martes, julio 10, 2007

Abre la puerta que el dolor se escapa...

Es necesario que hoy escriba pues hace días que tengo letras pegadas con miel en mis manos que se habían vuelto tan amargas. Es necesario que te diga a ti que los sabores se desvanecen en nuestra boca luego de un instante por muy fuertes que sean y por mucho que creamos que esos momentos durarán toda la vida. Algo así como comer chocolate sufriendo: la dulzura que nos hace llorar termina yéndose de nuestros labios y parece que desapareciera en el aire viajero.

El sábado, cerca de las ocho y media de la mañana, me subí a una micro que me llevaba directamente a la universidad, dando mínimas vueltas, casi en línea recta, como si quisiera ahorrar energía tomando el camino mas corto y emulando así el comportamiento de la infaltable luz. Arriba de la micro parecía que el tiempo se las daba de amable conmigo: pasaba lentamente como si quisiera darme segundos extras para comprender lo que significaba la oscilación en nuestras vidas y en todo lo tangible. Sentía el hielo en mis manos descubiertas que sostenían el suave papel ya sucio, manchado, arrugado y cansado de pasar de mano en mano esperando ser comprendido por alguna cabecita que pasa, al igual que todos, de viaje por esta efímera vida.

Mis pies guiaban a mi cuerpo y entraron solos en el camino de cemento húmedo. Mis pies seguían guiando a mi cuerpo mientras mi mente daba vueltas y vueltas y sonreía tratando de darme ánimos frente a la tristeza de tener que tomar una decisión que ya a esas alturas era impostergable. Respirando para sacar calma de algún lugar recóndito de mi, me senté en el lugar que el destino interpretó como el correcto.

Llegó el fantasma de mis noches, el llanto ahogado, el ruido seco de un cuerpo cayendo en el fondo de un pozo largo y oscuro. Se puso en frente y aunque no me miraba yo sentía que sus ojos profundos se deslizaban por todo mi ser. Se sentó casi a mi lado...

...CASI A MI LADO!!!!!!

Y respiré.

Respiré porque mi corazón no dio un vuelco y porque no perdí la cordura, respiré porque mis manos se mantuvieron firmes y quietas, porque mis actos siguieron siendo como si allí, en el espacio que tu ocupaste, sólo hubiera vacio, vacio sin alma y sin aroma. Respiré y te miré... y por fin...con lágrimas de felicidad en mi alma. Recordé todo: noches, pianos, saltos, juegos, dias, frutas, hojas, gatos, libros, risas, chistes, conversaciones, pensamientos...y reí.

Simplemente preferí seguir mi camino y hacer lo que me había llevado a aquel lugar. Tanto sufrimiento para luego darse cuenta de que aquello que no está cuando tu crees que tiene que estar, no cae en tus manos porque mas adelante vendrá aquello que ha de llegar.

La vida me dio por fin la tranquilidad que le había pedido a gritos en algún instante mientras tomaba té mirando la luna y casi colgando de algún árbol que había cerca de mi casa. Me gané la libertad por seguir el camino amarillo...

Para mi fue como una despedida, más que una prueba, fue un adiós.

Adiós Rodrigo.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

No te olvides de cerrarla luego de vuelta eso si para que no te vayas tu. Aunque, de todas maneras, guarda la llave para abrirla nuevamente cuando lo necesites ;)

LeLuTeapot dijo...

No se que decir niña, mi inspiración parece estar agotada, pero le dejo mis mas grandes saludos y cariños...

Todos los sabores de la vida con el tiempo se transforman solo en recuerdos fugases, los malos sabores se van y esfuman como quien apaga una vela, los bueno se quedan como recuerdos de la luz.

Siga siempre el camino amarillo, y si se pierde sabe que estamos como un "GPS humano" para ayudarla cuando lo necesite. El mago la espera al final del camino, este camino donde se ha a hacer de un corazón valiente, un cerebro pensante y muchos amigos para al final ponerse los zapatos de rubí y bailar toda la noche :)

Repito los cariños...

...LeLuTeapot...