domingo, mayo 13, 2007

una historia...


Es raro ver que la vida se te pasa rápidamente, esaro sentir la velocidad de los, días que supuestamente están en tus manos.

El fin de semana fue bastante extraño, tan extraño como para contar aquí que después de tomar vino vinieron las reflexiones filosóficas a mi cabeza que quiere volverse audaz a ratos, pero que no logra hacerlo en la permanencia del tiempo:
Luego de conversaciones en diferentes tonalidades, de un tango seguramente mal bailado (por el mareo asqueroso que me tomó por la cintura), llegué a una conclusión: no me sentía feliz. Creanme ustedes que enterarse de eso a las 4 de la mañana no es completamente bueno, de hecho, es realmente malo. Me di cuenta de que la Claudia a veces no era la Claudia, de que las sonrisas a veces no existían y de que el miedo de vivir se hacía cada vez mas latente en los escasos espacios que me quedan entre clase y clase, entre estudio y estudio, entre las tapas de los cuadernos y entre mis lápices de colores. Mientras miraba al Alvaro y me preguntaba por qué no le había conversado antes, mientras sentía que el Juan Pablo me hacía cariño en la mano (él se ha convertido en mi hermano mayor, lo adoro, realmente), mientras pensaba si el Krama había llegado bien a su casa junto con la Carolina, mientras sentía ganas de ir al baño sin poder pararme, mi mente procesaba palabras y palabras, lluvias de ellas, tormentosas, mentirosas. Mientras ocurría todo esto...sentí. Hace tiempo que no sentía mi vida, que no entraba aire rico a mi cuerpo. Hace tiempo que no me sentía libre.

Esto es realmente lo que quiero, la respuesta fundamental a mi pregunta existencial es solamente...

la vida...

No quiero tener más miedo...

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